EL EMPERADOR SE RETIRA

Encarando la recta final antes de la Behobia-San Sebastian de este domingo debería estar preocupado por la dichosa tendinitis en mi talon de Aquiles derecho, los pocos entrenamientos realizados y los kilos acumulados en la tripa producto de las últimas bodas y demás compromisos.

Pero no. Después de tragarme 1100 kilometros en el coche en poco mas de 24 horas y apenas dormir, hoy me he levantado afligido con la noticia de la retirada en el kilómetro 28 del Maratón de Nueva York de Haile Gebrselassie por una tendinitis en su rodilla. Ahí no ha quedado todo, porque el Emperador ha dado una rueda de prensa para anunciar que se retira del atletismo.

Ya no volveremos a ver a Haile sonreir aún cuando sus fuerzas estaban al límite. No volveremos a disfrutar de su bella zancada y su elegante técnica, de su peculiar estilo con el brazo encogido fruto de una infancia en la cual corría con los libros bajo el brazo 20 kilometros diarios para poder asistir a la escuela.

                                                            

Creo que jamás he admirado tanto a un deportista. Gebre ha logrado el respeto y la admiración de todo el mundo, incluso de aquellos a los cuales no les interesa el atletismo e incluso el deporte en general. Con su esfuerzo y simpatía se lo ha ganado, nadie le ha regalado nada y solo hay que echar un vistazo a su curriculum deportivo para darse cuenta de que pasará muchísmo tiempo antes de que alguien pueda acercarse a lo conseguido por el Emperador. El fue quien atrajo mi atención hacia el atletismo y hace unos años me convenció personalmente durante una charla que ofreció de que podía superar mis barreras, de que con dedicación y esfuerzo sería capaz entre otras cosas de correr un maratón a pesar de mi condición de asmático. Y vaya si lo hice.

El mejor homenaje que puedo hacerle hoy es calzarme las zapatillas, ahora que anuncian otra ciclogénesis explosiva, salir a correr una hora y darlo todo. Sonriendo, como Haile lo habría hecho. Se va, para mi, el mejor deportista de todos los tiempos, pero su legado resistirá el paso de los años.

Hasta siempre Emperador, gracias por engancharnos a este maravilloso deporte.

Por cierto, esta hora que voy a correr hoy se la dedico a mi abuelo que está pachucho otra vez y anoche nos dio un sustillo. Estoy seguro de que en un par de días estará otra vez al pie del cañón porque, a pesar de estar a punto de alcanzar los 90 años, es duro como un roble. Un abrazo abuelo.